Argentinos/as !!!

La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



lunes, 22 de agosto de 2011

Historia del indiecito y la Conquista del Desierto


Cuentan que en un pueblo perdido al sur de la Provincia de Buenos Aires (creo yo, si la memoria no me falla, entre Azul y Tapalqué) un indiecito iba a la escuela. Vivía en las tolderías, más allá de los límites del desierto. Y la escuela era, en realidad, una tienda de campaña que algún hombre de bien había levantado, espontáneamente, junto a los fortines de avanzada. Y el desierto no se llamaba desierto porque lo fuera, sino porque nadie o casi nadie vivía allí. Porque ahora estaban los colonos más avezados para producir la tierra. Y a los indios los expulsaban  por las buenas o por las malas, aunque más por las malas. Y  el gaucho no podía cabalgar libremente sin papeleta de trabajo, a riesgo de ser perseguido por cuatrero o por cualquier razón que inventaban, graciosamente, unos señores uniformados. Pues está claro que, indios y mestizos, eran sacrificados en nombre de un bien común y superior: La Nación Argentina (aunque luego descubriéramos la verdad en terratenientes que  dominaron la tierra para siempre). Así  crecía el país, con los campos de cultivo y después el de las vacas. Y fueron muy pocos los dueños satisfechos y muchos los indios y los gauchos desgraciados....Pero, como dije al principio de estos comentarios, hubo un indiecito de una tribu menos díscola que venía con sus ojos de sueño que parecían dos estrellas azules encendidas en la mañana. No se sabe bien por qué caminaba tantos kilómetros hasta la escuelita improvisada, ni tampoco por qué lo aceptaron sin objeciones a pesar de su origen salvaje; sus abuelos indios habían muerto a manos de un batallón del ejército y no era conveniente involucrarse con esta tribu. Pero, desde la época de Rosas, aún sobrevivían pactos de convivencia con algunos (que con la llegada del General Roca, después de los límites fronterizos de Alsina, literalmente se extinguieron) y este pequeño indiecito tuvo el carácter para involucrarse entre los blancos, para aprender a leer y escribir como cualquier niño, después de todo él lo era. Y, con el tiempo, su maestro descubrió la verdad en el fondo de la trama. Su abuelo había sido brujo de la tribu y antes de morir pronunció un nombre mágico. Y con ese nombre  llamaron a su nieto. Los soldados creían que tenía poderes que sanaba el espíritu del hombre y todos le pedían ayuda para ellos y sus familias. Fue así que un día llegó el General con sus fusiles y la escuelita  fue incendiada. Al niño lo domesticaron con sus propios dioses. Lo proclamaron santo. Y la Pampa, ahora, se extiende vasta, secreta y ancha hacia la Patagonia y el gran desierto donde reina la naturaleza y el corazón de los vencidos. El Gran Espíritu duerme, allí, y se expande hacia el Valle de los Rios y La Cueva de Las Manos, más allá del desierto, del agua y de la muerte.

Carlos Cabrera (copyright)

Para tema de consulta:
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/republica_liberal/conquista_del_desierto.php
http://elblogdelabibliotecaria.blogspot.com/2009/04/historia-argentina-la-conquista-del.html

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