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La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



miércoles, 23 de noviembre de 2011

Benito Quinquela Martín (1890 / 1977)



Pintor y muralista argentino (Buenos Aires, 1890 - 1977). Fue el gran pintor de La Boca. Con un estilo naturalista, su obra se construye, sobre todo, en el ámbito del Riachuelo, junto a los barcos de carga y las labores portuarias. Sus pinturas muestran la actividad, vigor y rudeza de la vida diaria. Le tocó trabajar de niño cargando bolsas de carbón y dichas experiencias influenciaron la visión artística de sus obras.

No se ha determinado con certeza su nacimiento porque fue abandonado el 20 de marzo de 1890 en la Casa de los Expósitos a los pocos días de haber nacido. La madre biológica nunca se volvió para reclamarlo; dejó en el bebé, como recuerdo, un pañuelo cortado en diagonal, adornado con una flor bordada (quedándose, tal vez, con la otra mitad).

Sus primeros siete años los vivió en un asilo de San Isidro, el artista tenía escasos recuerdos de esa época y aparecía en su memoria como desdibujada y nebulosa. Vivió entre los delantales grises y hábitos negros de las Hermanas de Caridad, careciendo de la figura paterna. Fue una infancia triste y solitaria donde prevaleció el encierro. Sin embargo, su carácter no se vio alterado por estos hechos, siempre fue alegre y compasivo y sus actitudes eran agradables. A pesar de todo, el asilo, era amplio y limpio, la comida nunca faltaba. Permaneció allí hasta que el matrimonio formado por Manuel Chinchella y Justina Molina lo adoptaron. Manuel, oriundo de Nervi, Italia, era un “tano” de costumbres antiguas que nunca imaginó que terminaría educando a un artista plástico.

Quinquela comenzó su educación primaria en la escuela Berrutti por la calle Australia 1081, su maestra fue Margarita Erlin quien le enseñó los conocimientos elementales: leer, escribir y nociones de matemáticas. Cursó hasta tercer grado, porque la situación económica no dio para más y debió trabajar con el padre. Según Manuel los conocimientos adquiridos le permitían no ser estafado; en ese entonces se armaban peleas barriales, los de Barracas (descendientes de españoles) contra los de La Boca (italianos).

Hasta que cumplió los quince fue obrero portuario de La Boca; su trabajo consistía en trepar a los barcos para llenar las bolsas de carbón y cargarlas en los carros. Esta actividad la completaba con su participación activa en la política de La Boca. Pegaba carteles y repartía pasquines a favor del doctor Alfredo Palacios.
Iba a una escuela nocturna de pintura en la Sociedad Unión de La Boca, un centro cultural vecinal donde se reunían estudiantes y obreros para conversar. En esa academia se enseñaba casi de todo, desde música y canto, economía hogareña y otros cursos prácticos, mientras de día trabajaba en la carbonería familiar. Su maestro fue Alfredo Lazzari, pintor que le dio sus primeros conocimientos técnicos sobre el arte.

No contaba con la simpatía de Don Manuel, el padre, y mucho menos que su hijo fuera un artista porque descuidaba su trabajo en el puerto. Un día a raíz de las fuertes discusiones , y a pesar de que su madre lo apoyaba, Benito abandonó el hogar familiar, aunque siguió trabajando en el puerto para mantenerse dedicándole más horas a la pintura forzado a alimentarse sólo de mate y galletas marineras. Su vida fue a partir de entonces muy parecida al vagabundeo.

Desde entonces se dedicó de lleno a la pintura. No tuvo una educación formal en artes, fue más bien autodidacta, lo que hizo que la crítica no fuera siempre favorable. Usó como principal instrumento de trabajo la espátula en lugar del tradicional pincel. En esos tiempos conoció a Juan de Dios Filiberto, un estudiante de música con quien mantuvo una estrecha amistad; también al director de la Academia de Bellas Artes Pío Collivadino, junto a quien aprendió el dibujo de retratos y a incorporar el color en sus obras.

En 1918 decidió cambiar su nombre (Benito Juan Martín) por el de Benito Quinquela Martín, eliminando el nombre de Juan y adaptando el apellido de su padre adoptivo a la pronunciación italiana. Así, el 4 de noviembre, exhibió sus pinturas en la Primera Exposición Individual de la Galería Witcomb. La muestra fue un éxito y los críticos hablaron de la aparición de un original pintor, con técnica, estilo y mensaje propios.

Benito deseaba crecer como pintor y sabía que debía mejorar su técnica para lograrlo. El maestro Pompeyo Boggio le enseñó técnicas de dibujo natural. Junto a él estudiaron con Boggio Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hébecquer, José Arato y Abraham Vigo, todos ellos se inspiraban en los problemas sociales del país según afirma el crítico Jorge López Anaya. Formaron el denominado "Grupo de los Cinco" o "Artistas del Pueblo". También escribieron artículos en el diario La Montaña de Leopoldo Lugones.

Ninguno de estos pintores era aceptado en el Salón Nacional, la principal galería que tenía la ciudad y por eso parecían condenados a las galerías menores. A partir de una idea (de no se sabe quién) crearon el Primer Salón de los Recusados, dedicados a los artistas no admitidos en el Salón Nacional. Fue creado en la avenida Corrientes 655 en un local cedido por la Cooperativa Artística. Allí Benito expuso Quinta en la Isla Maciel y Rincón del Arroyo Maciel, obtuvo críticas divididas: positiva del diario La Nación y de Crítica y negativa (considerada un desacato por parte de los jóvenes pintores) por el diario La Prensa, el semanario Fray Mocho y José Gabriel de la revista Nosotros. Lo significante es que la prensa, mal o bien, se había empezado a fijar en sus trabajos.

Se anotó como profesor de Dibujo en la escuela Fray Justo Santa María de Oro, dependiente del Consejo General de Educación, donde los obreros adultos concurrían a completar sus estudios secundarios en el horario vespertino. Quinquela les enseñaba los secretos del dibujo ornamental con el fin de aplicar el arte a la industria. La idea concebida junto al maestro Santiago Stagnaro era acercar el arte a la clase obrera.

A partir de este momento empezaron sus recorridos por el mundo. En 1921 realizó su primera exposición internacional en Río de Janeiro. Su primer viaje a Europa lo realizó dos años más tarde, concretamente a Madrid. En 1925 llegó a París, dos años más tarde a Nueva York y en 1929 a Italia, donde Mussolini lo nombró su pintor predilecto “porque sabe retratar el trabajo”. Todos estos viajes lo separaban de sus padres, de ahí que rechazara una invitación a Japón para quedarse junto a ellos en el barrio porteño de La Boca.

Muy querido en su reducto, actuó como un protector de las artes y fundó el Café Tortoni para que los artistas pudieran difundir sus obras. En 1933 compró varios terrenos que donó al Estado para que construyera instituciones dedicadas a la expansión del arte y obras sociales. En uno de estos terrenos construyeron la Escuela Museo Pedro de Mendoza, hoy Museo de Bellas Artes de La Boca, que una vez construida fue decorada por él. Entre sus mejores obras destacan Tormenta en el Astillero (Museo de Luxemburgo), Puente de La Boca (Palacio Saint James, Londres) y Crepúsculo en el astillero (Museo de Bellas Artes de La Boca).

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