V – Las Mujeres de Efeso
"Efeso tuvo fama de mujer. Tierra dominada por cazadoras furtivas y salvajes: La reina fundadora de pecho libre y Artemisa, la diosa fértil de la tierra y el agua. Una amazona con espada y la dulce Diana romana. Las deidades para el credo y el mito disputadas por los dioses y los hombres que amaban.
La ciudad de la Madre del Hombre, después de Cristo; la de las pescadoras del mar y las vendedoras del mercado persa. De todas partes fluían con sus túnicas y los vestidos de Lidia. Damas de cristales y collares, enamoradas de los versos de Safo, el canto de las jóvenes del coro y el perfume de Sardes acicateados en fulgurantes cuerpos.
La piel se templaba con aromas y aceites y temblaba en el deseo.
En el décimo día de las celebraciones del peplo y el vino, la adivina predijo dos lunas. Tal vez, la fertilidad excitaba los músculos para la cópula, quizás, el mundo se dividía en dos mitades para la duda.
Nadie sabe con certeza que sucedió después del siguiente día, pero lo que os relato fue la auténtica verdad..."
XXII – El Concilio de Efeso
XXII – El Concilio de Efeso
"Esmirna, pues así se llamaba al principio, era el camino obligado de Oriente para celebrar, en el templo que estaba en la colina, las promesas cumplidas. Era el sendero de las grandes procesiones que, como las antiguas Panateneas griegas, arrastraban a una muchedumbre de hombres y mujeres que nunca se habían visto. Las muchachas se adornaban de largas túnicas y coronas de flores en las sienes, cubrían la piel con cremas y aceites para parecer más blancas y fulgurantes, perfumaban el cuerpo con las esencias que venían de la India hasta que Sardes produjo sus propios aromas que cautivó a los hombres del mundo.
Si ello no era suficiente para los que llegaban, Efeso se enriquecía con su extraordinaria biblioteca para los que indagaban en el conocimiento y buscaban afanosamente una verdad que se revelara, con escrituras en copto, arameo, latín y griego.
El monje la visitaba con frecuencia; nunca había olvidado su búsqueda primera. Debía escudriñar, investigar los escritos. Necesitaba reunir pruebas para su prédica. Pronto vendrían nuevos descubrimientos prohibidos. Pronto llegaría el Concilio de Efeso y el de las nuevas persecuciones.
Corría el año 431, después de nuestro señor Jesús Cristo... Convocados por el Papa Celestino I y promovidos por Cirilo de Alejandría para combatir el nestorianismo se habían congregado, en Efeso, las principales autoridades eclesiásticas del cristianismo del siglo V. En el fondo, la pretensión original de la corte, era hostigar cualquier forma de desviación dogmática contraria a los cánones oficiales de la Iglesia. Para ello se reunían, acompañados de toda la pomposidad propagandística, los grandes señores de la cristiandad, únicos elegidos para interpretar de modo cabal el significado verdadero del antiguo testamento, la palabra de Cristo, los apóstoles y los nuevos cultores de la santa prédica. Todo aquello que estuviera en contra de su particular interpretación de los escritos sagrados estaría destinado a la hoguera del tiempo. Y, aún, peor, pronto comenzaría una nueva persecución ideológica contra las ovejas descarriadas que no hallaban el rumbo. Los caminos ya estaban trazados para los que nacían. Del otro lado de las fronteras sólo podía reinar la barbarie. O eras un hijo del señor o eras un ateo perseguido y profano.
Más allá del ocaso esperaba la tremebunda muerte del infierno. Sólo aquí había posibilidad de salvación eterna. Y la Iglesia condujo a sus fieles con una verdad práctica, sencilla e indemostrable.
Para el mito y la leyenda nadie reclamó una prueba; para la verdadera historia ni mil demostraciones bastaban..."
Carlos Cabrera "El Monje Negro del Apocalipsis" (Novela Histórica)
Carlos Cabrera "El Monje Negro del Apocalipsis" (Novela Histórica)
Los últimos años de la Virgen María
Por Sergio Rubin
Los últimos años de la vida de la Virgen María son, en buena medida, un enigma. La última referencia a la Madre del Señor en los evangelios aparece en los Hechos de los Apóstoles, cuando se la menciona, después de la ascensión de Jesús, acompañando a los apóstoles y demás discípulos, que perseveraban en oración. Con todo, con el paso de los siglos se fue instalando una polémica entre quienes decían que vivió hasta su muerte y asunción al Cielo en Jerusalén, y aquellos que sostenían que todo ello se desarrolló en Efeso, hoy Turquía. La cuestión cobró inusitada actualidad hacia fines del siglo XIX cuando una expedición dijo hallar las ruinas de la casa de María en las cercanías de la localidad turca. El debate no se saldó, pero el lugar se convirtió en un centro de peregrinación, no solo para los cristianos, sino para los musulmanes, que también veneran a la madre de Jesús en base a que el Corán considera a su hijo como un profeta.Más de un siglo después del presunto hallazgo parece crecer en el mundo un movimiento que reivindica la autenticidad de la casa de María en Efeso...
Más allá del debate historiográfico -seguramente inacabable- una argentina, la baronesa Rosario de Mandat-Grancey, cita el hecho de que en los primeros siglos se haya construido en Efeso una basílica en honor a la Virgen. "Antiguamente, si se construía una basílica era porque la persona en honor a la cual se la erigía había muerto allí", señala. Menciona, además, lo significativo que fue que el Concilio de 431 se haya celebrado en Efeso. También, toda una tradición oral en el lugar durante siglos, que incluyó una procesión los 15 de agosto. Que el Papa León XIII, después de un concienzudo estudio, se haya inclinado por ese sitio. Que el Papa Juan XXIII, que fue Nuncio en Turquía, haya tenido especial predilección por ese sitio. Y, en fin, que hayan ido Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI (aunque sin pronunciarse sobre la cuestión de fondo).
Los estudios confirmaron que los cimientos efectivamente eran del siglo I d.C. Y, de a poco, se fue conociendo el presunto hallazgo y el lugar comenzó a ser visitado por muchos fieles. Se trata del único santuario compartido por católicos y musulmanes. En una habitación de la casa celebran la misa los primeros y en la otra rezan los segundos.
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