En la década final del siglo pasado, el tema de la mujer como género surgió para completar la historia inconclusa de la humanidad. Hacía tiempo que la liberación femenina reclamaba un estudio científico sobre su problemática a través del tiempo. A pesar de la presencia de trabajos incipientes que abordaron la función histórica de la mujer y el lugar que ocupaba en el ámbito social, no obstante, todavía no se había expresado una ruptura clara ni definitiva sobre la subordinación manifiesta en torno al hombre.
El problema de género planteaba un gran inconveniente: Las mujeres solo pervivían a través de la acción de algunas de sus figuras más relevantes, lo que privaba a la mayoría de ser sujetos de la historia, para ser reducidas a las circunstancias dominantes del género “fuerte” en un acoplamiento meramente marginal.
Si la historia oficial estaba hecha por los hombres que vencían quedaba claro que también debía existir otra historia diferente, la de las otras, las ignoradas, marginales y vencidas.
La Historia de la Mujer es uno de esos “olvidos” inadmisibles, por lo tanto, nuestra comprensión, al respecto, ha sido y sigue siendo insuficiente.
La Historia de la Mujer nace de la propia revolución gestada por el sexo “débil”, pero también por la inquietud de todo investigador que alienta una interpretación más racional y científica de los hechos.
Así, la mujer abandona su subordinación para encaramarse, ahora, como el otro eslabón fundamental del sujeto de aquella historia, y la de esta que vamos hilvanando en el presente de este nuevo siglo.
Para la comprensión fundamentada de los fenómenos y el verdadero rol que le cabe a la mujer como género, debemos indagarlo desde el instante mismo en que comenzaron a definirse los conceptos básicos de la Cultura Occidental.
Para el caso, la Historia de la Antigüedad es un secreto, aún, no del todo revelado.
Carlos Cabrera, Universidad de Valencia (Doctorado)
Carlos Cabrera, Universidad de Valencia (Doctorado)
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