2 de Abril de 1982

Soy argentino, pero antes soy un ser humano, es decir, pertenezco a esta especie de animales. En la escuela me dijeron que me diferencio de los monos porque razono. Pues bien...que quieren que les diga...intentando razonar nunca comprendí (y sigo sin comprender) el por qué de las guerras cuando también en la escuela pretendían enseñarme sus causas y consecuencias. Y hoy es una fecha evocativa, para nosotros, los argentinos, las mejores personas del mundo (y los botswanos dicen lo mismo de Botswana y cada uno/a de su propio origen, excepto los que reniegan de su propia tierra y de todos) aunque el hombre sea uno solo habitando un único e idéntico hogar, la tierra (al menos es lo que me dijo un psicópata marciano). La fecha en cuestión no es para celebrar, ni mucho menos, apenas tiene la intención de evocar la muerte, para recordar que existe. Una sola vida humana vale más que unos cuántos dólares (y hoy te la quitan por nada) y todas las vidas quitadas (de un lado y del otro) valen más que dos islas perdidas en la soledad del océano. Si justificamos la fuerza, justificamos la muerte. Y la vida es una sola y única.
Muchos sueños fueron rotos en aquellas trágicas jornadas del 82. Me da igual que fuera de un color o del otro. Mi amigo, el marciano, siempre me ha dicho que lo absurdo del hombre en el planeta tierra es una materia que la estudian desde que nacen, por eso, desde la órbita por la que viajan en mundos paralelos al nuestro, ven la guerra como una forma estúpida para acabar con la especie. Ahora mismo (2011) justificamos que mueran de un lado para evitar la de los otros. La guerra siempre ha sido así, nunca combaten los que la provocan, siempre (o casi siempre) son los inocentes del sueño truncado, tal como lo sugiere esta última y desesperada carta: "Hay una espesa bruma sobre la isla. Amanece. El frío lastima...hay incertidumbre, tensión y el temor es grande...Pienso que las balas comenzarán a danzar su ritual en cualquier instante y quizás no vuelva a verte...esta sola idea quebranta mi ánimo...tal vez, cuando me leas, mis ojos ya estén cerrados para siempre... y hoy necesito decir lo que, acaso, mañana ya no pueda...".
C.C. Valencia, España, 2 de abril de 2011