Argentinos/as !!!

La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



miércoles, 5 de enero de 2011

Origen de la Mentalidad Argentina 1860-1930 (III)

Los Gringos del Viejo Mundo


De acuerdo a lo que nos dice Gastón Gori desde su archivo particular (en el cual habla de la supremacía italiana del sur y la compara con la influyente inmigración industrializada que ingresa a los Estados Unidos), los inmigrantes contratados sabían, antes de partir, que en estas nuevas tierras vivirían en la habitación de un rancho, pero no puntualiza cuantos inmigrantes contratados prefirieron retornar a sus orígenes antes de vivir en esas condiciones. Conviene, entonces, recordar que no todos los inmigrantes que llegaban a estas tierras permanecían como residentes. Hasta 1900 la emigración oscilaba en un tercio de la inmigración; entre 1914 y 1918 fue mayor el número de emigrantes que el de inmigrantes, pues muchos retornaron para combatir en la Primera Guerra Mundial. De el cambio de siglo en adelante hubo un notorio aumento de inmigrantes “golondrinas” (posteriores a 1895, época en que, como apunta Ferrer, la agricultura adoptó un rol decisivo en nuestra economía).
Del conjunto podemos realizar una especie de tipificación según las características de su trabajo rural:

a) Pobladores: Se incluye aquí a  aquellos inmigrantes que, poseedores de bienes más o menos considerables, llegaron al país con el propósito de aprovechar las inmejorables condiciones agropecuarias de nuestros campos, aventurándose en el desierto alentados por la esperanza de lograr pingües beneficios. Los pobladores llegan a nuestro territorio sin destino fijo, pero seguros de que en alguna parte hallarían un lugar apropiado, aunque para hallarlo tuvieran que llegar al límite de la civilización en busca de fortuna.
 b) Colonos: Ingresan por planificación previa. A partir de la ley de Inmigración de Avellaneda (1875) puede hablarse de un plan más o menos coherente, concreto y posible de colonización. Había distintas formas de contratos: La colonización directa era hecha por el Estado en territorios nacionales y otros cedidos por las provincias. La colonización indirecta estaba a cargo de empresas particulares en tierras ya mensuradas y divididas. Otra colonización por iniciativa individual y una última organizada directamente desde cada provincia. Fue el origen de las afamadas colonias de inmigrantes. En el sur patagónico el primer establecimiento de colonias se remonta a 1865, con un centenar y medio de galeses (Puerto Madryn,  Rawson y Gaiman.
c) Braceros: Como dato ilustrativo del final del período que estoy abordando, durante la gestión de Alvear (1922-1928), se registró la más alta cifra en movimiento inmigratorio, ingresaron al país 2.012.728 personas, de los que se quedaron 638.651. El resto fueron braceros golondrinas que levantaron las cosechas y se volvieron a sus tierras para regresar (o no) al año siguiente.
d) Artífices, jornaleros y profesionales: El 30 de agosto de 1857 se inauguró el primer tramo de vía férrea. Y con el ferrocarril comenzó un movimiento inusitado. Era preciso no sólo tender vías, sino, además, levantar puentes, trazar itinerarios, nivelar, abrir caminos de acceso, Todo ello requería personal especializado, y hubo que importarlo. Artífices, jornaleros y profesionales llegaron aquí para realizar tareas específicas, desde agrimensores y arquitectos hasta chapistas y albañiles pasando por variadas funciones imprescindibles para la obra.

En el ámbito ciudadano, la inmigración tomó otras características producto de roles diferentes a la actividad agraria, y conforme a las nuevas ideologías que ingresaban junto a sus protagonistas cuando se aproximaba un nuevo siglo, gestador de transformaciones profundas en el plano de las ideas políticas. Socialistas y anarquistas irrumpieron en la escena urbana lo que preocupó hondamente a la clase dirigente habituada al status quo y a  muchedumbre cabizbaja ante un poder que nadie discutía.
El éxito socialista en las elecciones de 1904 causó temblor en quienes se sentían con derecho único de la cosa pública. El presidente Quintana no demoró su discurso: “El programa del partido socialista argentino puede ser aceptado en todo aquello que no afecte a la Constitución, siempre que reconozca la preeminencia del Estado y mientras se detenga ante la propiedad, la familia y la herencia, que son instituciones fundamentales y permanentes de la sociedad moderna”.
Si bien los anarquistas se fueron desmoronando a pesar de su capacidad organizativa, un primer momento de organización de masas comenzaba a avizorarse sobre el horizonte infinito de la República Argentina y serían causas de los primeros grandes movimientos que obligó a la represión gubernamental durante el primer gobierno irigoyenista: La Semana Trágica en 1919 y la sangrienta movilización de los obreros rurales del sur al año siguiente (hecho inmortalizado en un libro de Bayer y su posterior proyección cinematográfica en “La Patagonia Rebelde”).
Criticados por los criollos de pura cepa, venidos de una Europa que poco o nada les ofrecía, sumados al riesgo de lo desconocido lejos de su tierra con la esperanza de forjar un futuro más digno, envueltos algunos en un afán desproporcionado por el enriquecimiento, bien o mal, todos contribuyeron a delinear una nueva e incipiente cultura producto de un nuevo choque entre la América indómita y la Europa inmigrante.



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