Argentinos/as !!!

La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



martes, 18 de enero de 2011

Un Modelo Neocolonialista (1860-1930)



Conclusiones
 
Podría extender el presente trabajo a un análisis más exhaustivo de las circunstancias que rodearon el fenómeno político, económico y social de la etapa considerada; sin embargo, comprendo que no es el fin principal de este ejercicio de análisis e interpretación histórica. Vuelvo a recalcar que es una de las visiones; no la única. A cada uno corresponde profundizar en los hechos que modelaron un espíritu transformador que se construía al ritmo de una macroeconomía instrumentada desde el viejo continente.
Ha existido desde siempre un interrogante básico cuya respuesta se ha multiplicado en función del origen de la misma: ¿Era posible edificar una República soberana desde otros principios dogmáticos que no fueran los que se impusieron finalmente? Al respecto, con la mayor intención de objetividad posible, me animo a decir que se hizo lo que se debía hacer (muy a mi pesar y no es contradicción). Desde el mismo principio doctrinal de la Generación del 37 quedaba claramente estipulado. El problema estaba, no en aquellos principios, sino en la modalidad de cómo se llevaría a cabo y, en este sentido, adquiría un valor extremadamente significativo, saber quiénes serían los sujetos-instrumentos del gran cambio transformador. No había en el fondo de dicho planteo, demasiadas alternativas para iniciar la tarea de construcción de un nuevo Estado (según Mitre la Nación era preexistente, observación también discutible).
Hacia 1860, el proletariado era entonces una utopía marxista (llevaría casi un siglo consolidarlo); la burguesía era precaria, necesitaría la incorporación del inmigrante para adoptar una forma definida que la pusiera en la dirección del poder político (lo alcanzaría en 1916); los intelectuales habían hecho el ejercicio mental que se esperaba de ellos, pero no estaban preparados para la función pública, eran el instrumento racional que se requería para forjar la nueva República, eran sencillamente los hacedores intelectuales y, salvo excepción, carecían de la suficiente prepotencia para dominar a compatriotas y enfrentarse con descaro a las ambiciones externas; por último quedaba la peor de las opciones: Ser una prolija y bella colonia, una reminiscencia de Sudáfrica o Australia.
Fueron los que mejor se acomodaban a esa coyuntura los que se adueñaron del poder: La elite criolla, terrateniente y oligárquica.
Un rasgo propio de la Nación Argentina, un destello extendido a toda Latinoamérica.
Si bien el segmento histórico evaluado se organiza en tres momentos diferenciados (Organización Nacional 1860-1880, Período Oligárquico Agro-exportador 1880-1916 y Primeros Gobiernos Democráticos 1916-1930), en realidad, es una extensión ciertamente homogénea en términos económicos en virtud, de que los principios de la oligarquía aún siguieron vigentes por mucho tiempo. Los gobiernos radicales jamás se habían planteado el problema de la soberanía política y, aún menos todavía, económica y cultural. Estos incipientes primeros intentos, aunque timoratos todavía, vendrían de la mano del Socialismo, cuyas propuestas sociales se impondrían durante el primer gobierno del gran estadista del siglo XX nacional, Juan Domingo Perón.
La historia obliga a ser selectivo, claro y, en lo posible, prudente. Hay mucho para decir, no sólo sobre el tema tratado, sino sobre toda la Historia Argentina e, incluso, sobre la vasta y rica Historia Latinoamericana; espero ir deshilvanando el tejido de la trama para cumplir, sobre todo, con todas las asociaciones y entidades argentinas diseminadas por Europa y el mundo.

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