Argentinos/as !!!

La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



sábado, 19 de noviembre de 2011

Alejandro Dolina: Historias del Barrio de Flores


1) Historias de Aparecidos

"En la calle Bolivia todos se acuerdan de Amelia, una chica hermosa y tímida.
Un año empezó a ponerse cada vez más triste. Eric, el fantasma tenaz, se había enamorado de ella.
Al principio, Amelia se resistió. Pero no era fácil librarse de Eric.
Los fantasmas son astutos y seguidores.
En los primeros días, Eric le murmuraba secretos en el oído. Después, levantaba remolinos de hojas para impresionarla. Por la noche, se filtraba entre las persianas - mientras Amelia dormía - la besaba en la boca.
Más tarde vinieron los regalos: una flor que nunca se marchitaba, una piedra azul que ahuyantaba el recuerdo y una roja que protegía contra el olvido.
Una tardecita, sin decir nada, Amelia se escapó para siempre con el fantasma tenaz.
Todos se acuerdan de ella en la calle Bolivia."

2) La calle del bien y del mal
  "Como bien lo sabemos, la cuadra del Angel Gris esta en la calle Artigas
entre Bogotá y Bacacay. Sucede allí algo muy particular: en una de las veredas
no es posible ser bueno. En la otra es imposible ser malo.
Una noche pasé con una muchacha rubia por la vereda oeste. 
La arrinconé en un umbral oscuro, la besé con pasión y logré poseerla allí mismo.
Después cruzamos la calle. Y mientras caminábamos por la vereda oriental,
le pedí que me olvidara y la abandoné para siempre.
En la cuadra del Angel Gris hay dos veredas. En una no es posible ser bueno, en la otra no se puede ser malo. Aún no tengo decidido cual es cual." 
3)Táctica y estrategia de la escondida (Cap. III): Finalización del Juego  "La escondida no tiene ganadores ni perdedores. Por eso la finalización del juego debe fijarse en forma arbitraria, pero manifiesta.Muchas veces los jugadores abandonan la competencia sin avisar a nadie  y muchos participantes tenaces permanecen ocultos durante horas,sin que nadie se moleste en buscarlos.Los miembros de esta Sociedad conocen perfectamente algunos casoscélebres de obstinación. Vale la pena mencionar la gesta del jovenLuis C. Cattaldi, que permaneció catorce meses en el quicio de una puertade la calle Morón, cogoteando sigilosamente en dirección a la Piedra.Los habitantes de la casa solían llevárselo por delante cuando salían y - a veces - le acercaban algún alimento. Finalmente Cattaldi regresó a sudomicilio, gracias a los consejos de una comisión de esta misma Sociedad."    4) Historia del que esperó siete años  "Jorge Allen, el poeta, amaba a una joven pechugona de los barrios hostiles. Según supo después, alcanzó a ser feliz. Una noche de junio, la chica resolvió abandonarlo.
- No te quiero más - le dijo.
Allen cometió entonces los peores pecados de su vida; suplicó, se humilló, escribió versos horrorosos y lloró en los rincones.
La pechugona se mantuvo firme y rubricó la maniobra entreverándose con undeportista reluciente.
El poeta recobró la dignidad y empleó su tiempo en amar sin esperanzas y en recordar el pasado. Su alma se retempló en el sufrimiento y se hizo cada vez más sabio y bondadoso.Muchas veces soñó con el regreso de la muchacha, aunque tuvo
el buen tino de no esperar que tal sueño se cumpliera.
Más tarde supo que jamás habría en su vida algo mejor que aquel amor imposible.
Sin embargo, una noche de verano, siete años y siete meses después de su pronunciamiento, la pechugona apareció de nuevo.
Las lágrimas le corrían por el escote cuando le confesó al poeta:
- Otra vez te quiero.
Allen nunca pudo contar con claridad lo que sintió en aquellas horas. El caso es que volvió a su casa vacío y desengañado. Quiso llorar y no pudo. Nunca más volvió a ver a la pechugona.Y lo que es peor, nunca más, nunca más volvió a pensar en ella ni a soñar su regreso."   Crónicas del Ángel Gris, Editorial Colihue, Buenos Aires 1996

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