Argentinos/as !!!

La Historia y la Literatura tienen mucho que decir sobre nuestra Identidad. Mi visión no es el único perfil, pero lleva como finalidad la integración del colectivo que consolide la Provincia 25. De manera que funciona como puerta abierta a la memoria y al conocimiento de aquello que, bien o mal, nos pertenece y nos representa. Hecho con afecto para todos los compatriotas...



miércoles, 1 de febrero de 2012

"El Monje Negro del Apocalipsis" (Capítulo XV) (1º parte)

 
El Estado, por su parte, reestablecía el orden recurriendo al derecho, un formato legal hecho por los que estaban anclados en el poder mismo. El Código Teodosiano es el mejor ejemplo del modo en como un emperador buscó imponer el concepto de justicia, adecuando todo el sistema jurídico preexistente en torno a una nueva realidad.
Todo aquello que perturbara las buenas relaciones con el individuo estaba sujeto a ser reprimido por la fuerza y su violencia se justificaba en nombre de la mayoría y  en beneficio de muy pocos.
Una fuente antiquísima narra que en cierta aldea del Mar Negro dos o tres revoltosos, un poco inquietos, habían asaltado al cobrador de impuestos. Cuando el romano hizo la denuncia ante  las autoridades de Oriente, el poder encontró la razón para justificar sus actos de arbitrariedad más depravados y crueles. Con la farsa de que aquellos hombres y mujeres escondían en sus casas a los malhechores, el pueblo fue sitiado bajo amenazas durante todo el día. Cuando llegó la noche lanzaron los lobos y los mastines hambrientos para descarnarlos. Al alba, el fuego lo arrasó todo. Los bandidos en cuestión nunca habían existido. Mucho tiempo después se  descubrió que el cobrador de impuestos había enterrado los beneficios públicos en lugar secreto, donde fue encontrada una enorme tinaja cargada de monedas de oro y plata. Pero el funcionario para entonces ya había muerto. Y la aldea sospechada de producir trigo para los bárbaros del norte había dejado de existir en un lugar donde ya nada crecía.
Cambiaban los hombres pero no las formas. Se hablaba en nombre de todos, pero se actuaba en favor de los que poseían el verdadero poder,  un viejo recurso político y social que se justificaba con leyes inventadas por los beneficiarios directos del conflicto.
En el pasado reciente del Imperio, vulgares campesinos fueron transformados en caudillos o generales que luchaban por las reivindicaciones de su propia gente. Solía darse paradojas incuestionables: Un bandido accedía al estatus de caudillo de pueblo, para traicionar, finalmente, su origen aldeano; otros, más afortunados utilizaban al Estado para contribuir a las masas y arrastrar pueblos enteros detrás de sí con el firme propósito de expresar un poder multitudinario. Uno traicionaba desde lo individual hacia lo colectivo, otro, hacía lo mismo, aunque desde lo colectivo hacia lo individual. En conclusión, las masas siempre creían más en un Estado represor que en un salvador ocasional.
Un padre de la iglesia, el más notable, escribía en relación al tema: “Eliminad la justicia,  ¿y qué son los Estados sino meras bandas  de malhechores a gran escala? ¿Y qué son las bandas de malhechores sino reinos en miniatura?”. Agustín de Hipona en “La Ciudad de Dios” define la ciudad celeste y la terrenal como “las dos ciudades que se encuentran mezcladas y confundidas”, pues percibía la existencia del bien y del mal en el mismo plano de las realidades concretas. ¿Cómo separarlos? Pues demostrando que podía existir una existencia superior. ¿Pero, dónde? Estaba claro que el mundo terrenal era caótico y había necesidad de creer en  alguien o en alguna Institución mágica que salvara a las ovejas extraviadas y perdidas en la espantosa oscuridad de la noche. La Iglesia vendría a iluminar el camino y sus líderes se convertirían, así, en los mensajeros de la palabra de Dios.
Cambiaron la ornamentación para hacer exactamente lo mismo que hacían con los dioses paganos.....

"El Monje Negro del Apocalipsis", cap. XV "El Cuerno de Oro"

No hay comentarios:

Publicar un comentario